¿Cuál es el secreto para sentirse parte de una Congregación?
¿Cómo podemos pasar de ser una visita que entra a la Congregación a una persona que sale, tomado de la mano con otros, en servicio al Señor y los demás?.Para la integración hay que ser más que un actor pasivo los domingos por la mañana. La integración y sentido pertenecer a una congregación empieza participando en un grupo pequeño. Hebreos 10.25, Y no dejemos de congregarnos, como lo hacen algunos, sino animémonos unos a otros, sobre todo ahora que el día de su regreso se acerca. El grupo pequeño es aquel que se junta fuera de la reunión dominical, donde se estudia la Biblia y se experimenta la vida junta en comunión. Muchos forman una amistad profunda. Lo bueno es que uno no está casado al mismo, puede entrar, o salir, y buscar a otro grupo. Uno aprende los nombres de las personas, conoce su historia de vida. Es necesario continuar a lo largo del estudio antes de evaluar tu participación en el. Haciendo esto lograrás, quizás, conectar con una o dos personas para una amistad perdoradera. 1. La integración pasa también por servir a otros. 1 Pedro 4.10, Dios, de su gran variedad de dones espirituales, les ha dado un don a cada uno de ustedes. Úsenlos bien para servirse los unos a los otros. Comunidad y amistad se forma en un grupo pequeño y se consolida cuando juntos se sirve a los demás. Los pastores han de capacitar a los “santos” para lo obra del ministerio, ese servicio al mundo—en especial a los que no le conocen. ¿Cómo servir? Ujieres, dando la bienvenida a toda la hermandad y las visitas. Grupo de Alabanza. Equipos de apoyo en “set-up y limpieza” en eventos de la Iglesia. Ser anfitriones para una campaña celular. Visitar y colaborar con el Hogar de Niñas de nuestra Iglesia. Trabajar con los niños en la EE.DD. y colaborar en el ministerio de Jóvenes como apoderados. 2. La integración también implica el ser vulnerable, la disposición de tomar riesgos con los demás, y también el deseo de ser perdonador. Santiago 1.5-6, 5 Si necesitan sabiduría, pídansela a nuestro generoso Dios, y él se la dará; no los reprenderá por pedirla. 6 Cuando se la pidan, asegúrense de que su fe sea solamente en Dios, y no duden, porque una persona que duda tiene la lealtad dividida y es tan inestable como una ola del mar que el viento arrastra y empuja de un lado a otro. No todas las amistades en la iglesia funcionan. No somos la moneda de oro para todos. A veces uno quiere entablar una amistad, pero la otra persona no. Es doloroso. Escurren lágrimas. Pero no debe paralizarte. Todos hemos pasado por esos desiertos en las amistades dentro de la iglesia. A su vez nos hemos visto alentado muchísimo con las gestos de tantos, esa palabra oportuna, saludo genuino e inversión de tiempo y recursos para ayudar en áreas de servicio—aun a nuestras propias personas. Invita a alguien a tomar un café, almorzar en tu casa o ver alguna película. Un espíritu generoso, perdonador, facilita mucho la amistad. Recuerda siempre que como no somos perfectos, una dosis alta de paciencia y perseverancia se necesita para integrarse bien en una comunidad. Al querer amistades e integración en la iglesia, únete a un grupo pequeño, sirve con alegría a los demás, y disponte a tomar riesgos para ser y encontrar amistades. Cuando nos entregamos a los demás en estudio y oración empezamos una red de amistades que finalmente arman un tapiz de amigos y de confianza mutua.
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