Reflexión 15 de Diciembre 2020
IV PARTE
“Cuando los ángeles se fueron al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: «Vamos a Belén, a ver esto que ha pasado y que el Señor nos ha dado a conocer». Así que fueron de prisa y encontraron a María y a José, y al niño que estaba acostado en el pesebre. Cuando vieron al niño, contaron lo que les habían dicho acerca de él, y cuantos lo oyeron se asombraron de lo que los pastores decían… Los pastores regresaron glorificando y alabando a Dios por lo que habían visto y oído, pues todo sucedió tal como se les había dicho” (Lucas 2. 15-20)
Por cuarta vez, hoy nos detenemos en el relato del anuncio a los pastores, por un grupo de ángeles, del nacimiento de Jesús. En esta ocasión quisiera referirme a otro aspecto importante que se desprende de la lectura cuidadosa del texto, y que nos confirma el desafío que siempre ha provocado Jesús desde su mismo nacimiento: creer que es el Salvador, el Cristo, el Señor.
Al mirar la escena que nos muestra el relato, es posible concluir que, una vez más, estamos en presencia de una fe sencilla expresada y manifestada, en este caso, por un grupo de hombres sin mayor instrucción, pertenecientes a los estratos sociales bajos de la sociedad judía de la época.
Con humildad sincera deciden visitar Belén para ver lo que se les había anunciado; la decisión de ellos, según el relato, fue: “Vamos a Belén, a ver esto que ha pasado y que el Señor nos ha dado a conocer”, sin hacer mención a lo que lógica y humanamente podría esperarse después de haber visto un coro de ángeles, algo que sin duda “no se ve muy seguido”.
Pero el anuncio de quién era el niño que había nacido, había calado profundamente en sus corazones; esa fe sencilla, pero robusta, se “ancló” en lo que se les dijo, y les permitió creer sin ambigüedades en quién era Jesús. La razón de esta afirmación se puede desprender del mismo texto que hoy hemos leído, cuando nos dice que “fueron de prisa y encontraron a María y a José, y al niño que estaba acostado en el pesebre” y que “cuando vieron al niño, contaron lo que les habían dicho acerca de él”.
No dicen los versos que contaron lo de los ángeles, o del cántico de ellos, sino que contaron “lo que se les había dicho acerca del niño” pero, además se agrega más adelante, en el verso 20, que “regresaron glorificando y alabando a Dios por lo que habían visto y oído, pues todo sucedió tal como se les había dicho”.
Las motivaciones de sus alabanzas y glorias a Dios, sin duda surgieron no sólo por haber visto a José y María con el niño Jesús, sino más bien por haber creído que ese niño era el Salvador, el Cristo, el Señor, porque eso fue lo que les impresionó, eso fue lo que contaron a otros. El texto así lo muestra: “… cuando vieron al niño, contaron lo que les habían dicho acerca de él, y cuantos lo oyeron se asombraron de lo que los pastores decían (acerca de él)…”
Queridos hermanos y hermanas, al igual que María y Elisabet, estos pastores también manifestaron una fe sencilla en quién los ángeles les dijeron era ese niño Jesús y que había nacido hacía unos momentos, aunque él comenzaría a manifestarse como tal treinta años después. No hubo duda alguna en ellos y les provocó tal gozo creerlo que lo comenzaron a compartir a otros, además de alabar y adorar a Dios.
Aún hoy, el nacimiento de Jesús nos provoca a “creerlo”, a sacarlo de lo cultural, de aquello que esconde el verdadero sentido de la encarnación de Dios. No permitamos que lo comercial, lo que “normalmente” vivimos cada año en este mes, oculte la poderosa manifestación de Dios motivada en su misericordia y gracia por darnos salvación y vida eterna. Oremos a Dios para que nos ayude a que, con una fe sencilla, podamos compartir a otros del nacimiento de su Hijo Jesús, y le alabemos y adoremos como lo hicieron los pastores. ¡Aleluya! ¡Gloria a Dios!
Pr. Guillermo Hernández P.