Reflexión 16 de Noviembre 2020
«Más bien, honren en su corazón a Cristo como Señor. Estén siempre preparados para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes» (1 Pedro 3. 15)
El apóstol Pedro viene desarrollando una idea, y por eso el verso de hoy comienza con la expresión «Más bien, (o, por lo tanto) honren en su corazón a Cristo cómo Señor». ¿Y cuál es ésta idea que concluye con la exhortación de “honrar a Cristo”? Les transcribo los dos versos previos: «Y a ustedes, ¿quién les va a hacer daño si se esfuerzan por hacer el bien? ¡Dichosos si sufren por causa de la justicia! No teman lo que ellos temen, ni se dejen asustar” (1 Pedro 3. 13, 14).
Pedro está abordando el testimonio que la Iglesia de Cristo debía dar ante los incrédulos. Un testimonio forjado en el sacrificio, en la renuncia a los «legítimos» derechos que se creía tener, todo con tal de hacer el bien, de buscar la justicia, aunque ello significara sufrir injustamente por ello.
Pero debía ser un testimonio no basado solamente en la pasión o el entusiasmo, sino que también en el conocimiento y en las convicciones de los principios del Evangelio de Cristo, en las razones en que se sustentaba la poderosa esperanza en Él, por lo que perfectamente también estaban llamados a fundamentar y explicar la razón de su fe en Cristo. Una fe sólida, madura y reflexiva.
Hermanos y hermanas queridos, el Evangelio de Cristo no es un conjunto de convicciones sustentadas en una forma de misticismo, en sensaciones emocionales y subjetivas, sino que descansa en el conocimiento y obediencia a la Palabra de Dios. Palabra que se debe conocer, Palabra que se debe creer, Palabra que se debe obedecer. Por ello es que debemos estar capacitados y dispuestos a responder a quién nos quiera preguntar, sobre nuestra fe en Cristo y su obra en nosotros.
Les animo a adentrarnos en el conocimiento del Evangelio. No nos quedemos tan sólo con la experiencia vivencial y emocional de «sentir» que estamos en paz con Dios, sino que proveamos el sustento teológico y bíblico de ésta experiencia a través del estudio y comprensión de la Biblia, de modo que nuestro testimonio sea más profundo dando cuenta de las convicciones y certezas que sostienen nuestra relación con Dios.
El desafío no es menor si consideramos que nuestra cultura hoy, está impregnada de un marcado “subjetivismo” fomentado por la búsqueda de experiencias sensoriales que legitiman lo que “experimentamos y sentimos” como “bueno”, o “placentero”, o “emotivo”; sin embargo, al no tener nuestra fe el sustento bíblico y teológico de la Palabra de Dios nos exponemos al serio riesgo de ser engañados por nuestros sentimientos y emociones.
Que no nos ocurra lo que le pasó a Israel que, por su falta de conocimiento en la palabra de Dios, pereció; así lo dijo el profeta Oseas confrontando la ignorancia del pueblo, “… pues por falta de conocimiento mi pueblo ha sido destruido” (Oseas 4. 6).
¡Que Dios nos ayude!
Pr. Guillermo Hernández P.