Reflexión 17 de Diciembre 2020
Reflexión del día 17 de diciembre del 2020 PARTE II
“Por aquellos días Augusto César decretó que se levantara un censo en todo el Imperio romano. (Este primer censo se efectuó cuando Cirenio gobernaba en Siria). Así que iban todos a inscribirse, cada cual a su propio pueblo. También José, que era descendiente del rey David, subió de Nazaret, ciudad de Galilea, a Judea. Fue a Belén, la Ciudad de David, para inscribirse junto con María su esposa. Ella se encontraba encinta y, mientras estaban allí, se le cumplió el tiempo. Así que dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en la posada. (Lucas 2. 1-7)
Hoy, queridos hermanos y hermanas, volvemos al mismo pasaje de ayer que nos permitió reflexionar sobre las circunstancias históricas que rodearon el nacimiento de Jesús, y que contribuyeron a que se cumpliera la profecía de que nacería en la ciudad de Belén.
En el día de hoy, quisiera hacerles notar las condiciones que debieron enfrentar José y María, antes de dar a luz al niño Jesús.
En sus últimas semanas de embarazo, el Imperio Romano forzó a José a recorrer una larga distancia, probablemente solo para pagar su impuesto. María, que tenía que ir con él, iba a tener su bebé en cualquier momento y debió sufrir las incomodidades y riesgos del traslado en condiciones muy distintas a las actuales. Y cuando llegaron a Belén, no hallaron lugar donde hospedarse, a pesar de su avanzado estado de gravidez.
Por otra parte, la mención del pesebre es la base de la creencia tradicional de que Jesús habría nacido en un establo. En aquella época, los establos, a menudo eran cuevas con depósitos cavados en las paredes rocosas (pesebres) para dar de comer a los animales. A pesar de lo que se dibuja en las tarjetas populares de Navidad, los alrededores eran oscuros y sucios.
Si bien José y María sabían en sus corazones quién era el hijo que estaban por recibir, sus vidas se desarrollaban en la normalidad de las circunstancias del momento, aunque las condiciones que enfrentaron, ad-portas del nacimiento de Jesús, no fueron las mejores.
Sin lugar a dudas, esta no era la atmósfera que esperaban los judíos para el nacimiento del Rey Mesías, ya que pensaban que el Mesías prometido nacería en un ambiente real, pero las circunstancias y condiciones que rodearon su nacimiento también se transformaron en una potente señal de lo que Dios comenzaba a comunicar al mundo a través de su Hijo.
Por ello es importante comprender, hermanos y hermanas queridos, que cuando hacemos la voluntad de Dios, no tenemos la garantía de que llevaremos una vida cómoda. Lo que sí se nos ha dicho y prometido que aún lo incómodo, tiene significado en el plan de Dios.
Lo otro importante de comprender es que no debemos limitar a Dios con nuestras expectativas, como el pueblo de Israel que esperaba una manifestación muy distinta del Mesías prometido. Él obra donde se necesita, en la oscuridad del pecado y en lo sucio del mundo, y no cómo nosotros quisiéramos que actuase.
El nacimiento de Jesús, nos lleva a reflexionar en muchas direcciones porque fue una manifestación completa de la Gracia de Dios que impactó toda la vida humana, en sus distintas expresiones; y nada le impidió hacerlo, ni el poder de un Imperio, ni la fragilidad de la sencillez, ni el desconocimiento, ni las incomodidades, ni siquiera la concepción de la misma vida a través de la cual se encarnó… ¡Gracias Señor!
Pr. Guillermo Hernández P.