Reflexión 20 de Noviembre 2020

«Queridos hermanos, ya que Dios nos ha amado así, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros. Nadie ha visto jamás a Dios, pero si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece entre nosotros, y entre nosotros su amor se ha manifestado plenamente»(1 Juan 4. 11-12)

Que hermosos versículos nos enseña hoy la Biblia. Un estímulo al amor entre hermanos con una consecuencia concreta, la manifestación de Dios entre ellos que lo hace real y presente, aunque nadie lo pueda ver. El gran anhelo humano de ver a Dios se satisface en comprobar su manifestación y poder a través de sus hijos. Es un tremendo privilegio que se nos ha dado, nada menos que evidenciar la obra de Dios a través nuestro, y muy especialmente, a través de su amor que debe fluir en nosotros.

¿Pero de que amor se trata?, porque los versos comienzan con la expresión «ya que Dios nos ha amado así». Un poco antes el apóstol lo ha dicho: «En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados» (1 Juan 4.10) ¡Es un amor sacrificial! por cuanto se trata de la entrega de su Hijo para morir por nuestros pecados.

No es cualquier clase de amor, o de un mero sentimiento. Es más bien la expresión de la voluntad que decide amar, y lo hace con acciones de amor, ¡como lo hizo Dios! Pablo lo expresó así: «El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros…» (Romanos 8. 32)

En consecuencia, el verso de hoy nos desafía a la acción de amarnos como hermanos, con actos de entrega entre nosotros, buscando el bienestar del «otro», y no el nuestro. Y ésto evidenciará la presencia y manifestación de Dios. En definitiva, será una prueba más indudable de su existencia, a pesar de que nadie lo ha visto.

Hermanos y hermanas queridos, dicho de otra manera, “el amor entre nosotros, nuestros actos de entrega mutua, hacen visible a Dios” ¿No les parece increíble? ¡Qué compromiso y responsabilidad, hermanos y hermanas!, sobre todo hoy, cuando tantos necesitan de la ayuda y presencia de Dios.

Busquemos la ayuda de nuestro Señor para lograrlo, pues es una realidad que nos compromete y no le podemos fallar… ¡Señor ten misericordia de nosotros y ayúdanos!

Pr. Guillermo Hernández P.