Reflexión 28 de Junio 2020
“¿A dónde podría alejarme de tu Espíritu? ¿A dónde podría huir de tu presencia? Si subiera al cielo, allí estás tú; si tendiera mi lecho en el fondo del abismo, también estás allí. Si me elevara sobre las alas del alba, o me estableciera en los extremos del mar, aun allí tu mano me guiaría, ¡me sostendría tu mano derecha! (Salmo 139. 7-10)
Una vez más queridos hermanos y hermanas, les comparto algunos versos del salmo 139 cuyo creador es el rey David. Ayer leíamos como afirmaba, y se alegraba en ello, del conocimiento que Dios tenía de sus pensamientos, como se gozaba de que Dios le entendiera, incluso a la distancia.
Hoy el salmista aborda otra realidad de su relación con Dios que le maravilla: ¡siempre está en Su Presencia! Por más alto que suba a los cielos, o por más profundo que cave en la tierra; o incluso, por más lejos que quiera ir, siempre y siempre, Dios está con él.
Lo increíble de su experiencia es que señala el “huir” como si quisiera esconderse de Dios, lo cual pareciera hacer referencia a la intención humana de querer alejarse de Él, o de estar lejos; sin embargo esto no es posible porque siempre encuentra a Dios.
Tal vez se refiere al “huir” producto de esos estados de ánimo que muchas veces experimenta el alma humana, provocados por una crisis, que la hacen desear estar sola, lejos de todo, ensimismada, triste y agobiada.
Pero hasta en esos momentos en que David pudiese desear apartarse de todo y arrancar, Dios no le dejaría, Dios le encontraría, Dios le acompañaría, Dios estaría con él… porque adonde él fuera, o quisiera estar, se encontraría con Dios.
Y esta presencia de Dios, aún en lo mas lejos, en lo mas alto y en lo mas profundo, no se debe a un afán contralor y supervisor de parte de Él, producto de una actitud invasiva; muy por el contrario, se debe a Su amor y fidelidad que se hacen presente para señalar el camino por el cual orientar la vida en medio de la angustia y confusión, como también dar el soporte necesario para no tambalear ni menos caer, porque Él sostiene con su “mano derecha”. Y para David esto era tan cierto que exclamó “… aún allí tu mano me guiaría, ¡me sostendría tu mano derecha!”
Y efectivamente así es hermanos y hermanas queridos, Dios siempre estará con nosotros, en la condición y en el lugar que estemos, para guiarnos y sostenernos de modo de no caer ni resbalar. Es una poderosa realidad espiritual que, a través de la fe, nos permite tener la seguridad de que Dios nos contiene, anima y fortalece, aún allí en ese lugar distante y lejano al cual hemos “huido” porque queremos estar solos. Como David lo reflejó en otro hermoso salmo: “Aun si voy por valles tenebrosos,no temo peligro alguno porque tú estás a mi lado; tu vara de pastor me reconforta (Salmo 23. 4).
No sé en que condición estás hoy, tal vez abrumado/a y agotado/a por todo el contexto que rodea nuestra vida pero permíteme decirte que estás en la presencia del Padre y como hijo/a que eres, puedes ser guiado/a y sostenido/a, como David lo experimentó, porque también eres muy amado/a. No se trata de los méritos nuestros, sino del amor de Dios que como Padre se manifiesta en nuestra vida; como también lo escribió David, “Como el padre se compadece de los hijos, Se compadece el Señor de los que le temen” (Salmo 103. 13).
¡Que Dios nos ayude a “vivir” esta certeza que le hace tan bien al alma!
Pr. Guillermo Hernández P.