Reflexión 05 de Diciembre 2020
“El nacimiento de Jesús, el Cristo, fue así: Su madre, María, estaba comprometida para casarse con José, pero, antes de unirse a él, resultó que estaba encinta por obra del Espíritu Santo. Como José, su esposo, era un hombre justo y no quería exponerla a vergüenza pública, resolvió divorciarse de ella en secreto. Pero, cuando él estaba considerando hacerlo, se le apareció en sueños un ángel del Señor y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María por esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados». Cuando José se despertó, hizo lo que el ángel del Señor le había mandado y recibió a María por esposa. Pero no tuvo relaciones conyugales con ella hasta que dio a luz un hijo, a quien le puso por nombre Jesús. (Mateo 1. 18-21; 24, 25)
En el día de hoy volvemos al texto que nos acompañó ayer referido al anuncio, a través de un ángel, que se le hace a José del nacimiento de Jesús, cuando aún no se había casado con María.
En esta ocasión quisiera hacer notar el mensaje que el ángel entrega a José y que se centra en el propósito de la venida de Jesús. Textualmente le dice: “… le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”, a diferencia del mensaje que se le da a María, según la versión de Lucas, que dice: “le pondrás por nombre Jesús. Él será un gran hombre, y lo llamarán Hijo del Altísimo. Dios el Señor le dará el trono de su padre David, y reinará sobre el pueblo de Jacob para siempre. Su reinado no tendrá fin”.
Cómo es posible apreciar, el evangelio de Mateo, cuyos versos leemos hoy, pone el énfasis en el propósito por el cual llegaba Jesús y se le instruía a José, al igual que a María, que la orden celestial era llamarlo “Jesús”. La razón de ello se encontraba en una interpretación que la versión de Mateo entregaba respecto de la misión de Jesús. De manera sencilla y directa se le dice a José que la razón del nombre era porque: “salvará a su pueblo de sus pecados”.
Pero no creamos que hay dos visiones distintas entre los evangelios de Mateo y Lucas sobre el rol que iba a desempeñar Jesús, y para lo cual nacía; recordemos que también el evangelio de Lucas señala la misión de salvación que debía cumplir Jesús en el anuncio de su nacimiento que un coro de ángeles le hace a un grupo de pastores. El texto dice así: “En esa misma región había unos pastores que pasaban la noche en el campo, turnándose para cuidar sus rebaños. Sucedió que un ángel del Señor se les apareció. La gloria del Señor los envolvió en su luz, y se llenaron de temor. Pero el ángel les dijo: «No tengan miedo. Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo. Hoy les ha nacido en la Ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor (Lucas 2. 8-11).
Incluso, al relatar el evangelio de Lucas el nacimiento de Juan el Bautista, el gran precursor de Jesús, y revelar la profecia de Zacarías, el padre de Juan el Bautista, en una parte de ella también se refiere a la misión de Jesús de ésta manera: “Y tú, hijito mío, serás llamado profeta del Altísimo (por Juan el Bautista), porque irás delante del Señor para prepararle el camino. Darás a conocer a su pueblo la salvación mediante el perdón de sus pecados…” (Lucas 1. 76, 77). Jesús nacía para cumplir una misión que Dios el Padre le había encargado: la salvación de su pueblo de sus pecados.
Hermanos y hermanas queridos, y esa misión salvadora de Jesús se extendió no solo a su pueblo sino que a toda la humanidad. Ese niño que nacía era la expresión misma de la misericordia y compasión de Dios el Padre, por cuanto entregaba a su Hijo para ser el portador de una nueva esperanza, la salvación del alma humana a través del perdón de sus pecados.
Así también lo entendió el evangelio de Juan y lo expresó bellamente de ésta manera: “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él” (Juan 3. 16, 17). ¡Aleluya! ¡Gracias Señor!
Y este debe ser el énfasis en ésta nueva conmemoración del nacimiento de Jesús: una profunda gratitud a Dios por el regalo de salvación que nos dió a través de su Hijo, porque su intención era y sigue siendo “no condenar al mundo, sino salvarlo por medio de Él”. ¡Amén y amén!
Pr. Guillermo Hernández P.