Reflexión 18 de Noviembre 2020

«Ya que han sido resucitados a una vida nueva con Cristo, pongan la mira en las verdades del cielo, donde Cristo está sentado en el lugar de honor, a la derecha de Dios. Piensen en las cosas del cielo, no en las de la tierra» (Colosenses 3. 1, 2)

El apóstol Pablo nos insta a fijar nuestros ojos en aquello que es eterno, en aquello que está por sobre la contingencia diaria, por sobre los afanes y tensiones de la vida. Para Pablo ésta debiera ser una actitud característica de aquellos y aquellas que han nacido a una nueva vida, de aquellos y aquellas que han sido engendrados por Dios.

Hermanos míos, no nos engañemos, reconozcamos cuán difícil nos resulta pensar en las cosas de Dios, cuán difícil es para nosotros priorizar todo lo de Dios. Hay en nosotros una fuerte tendencia a vivir el evangelio culturalmente, y no siempre estamos dispuestos a cambiar nuestras prioridades. Buscamos el confort, anhelamos el buen pasar, nos aferramos a lo material y ponemos nuestra seguridad en un patrimonio económico. Construimos la vida con afán, olvidándonos que todo es pasajero y temporal, y que lo verdaderamente importante es lo eterno, aquello que precisamente no se ve, por lo que no nos resulta atractivo.

El propio Señor Jesús lo enseñó en el Sermón de la Montaña al decir: “No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón» (Mateo 6. 19-21)

Jesús confrontó nuestro corazón al decir «donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón», pues sinceró la importancia de nuestras prioridades y motivaciones, aquello a lo cual le destinamos todo nuestro esfuerzo, toda nuestra atención y todos nuestros recursos, determinando finalmente nuestra forma de vida.

Por eso Pablo comienza el texto de hoy afirmando, «ya que han sido resucitados a una vida nueva con Cristo», y si ésta realidad espiritual, nuestra resurrección, es genuina, sincera y verdadera en nosotros, entonces nos llevará a cambiar nuestra mentalidad, nuestros valores y, por ende, la forma de enfrentar la vida, ya que nuestros ojos, nuestra prioridad y motivación será buscar primero el Reino de Dios.

Hermanos y hermanas queridos, busquemos hoy a Dios en esta dirección, y pidámosle su ayuda para entender ésto, y vivirlo como discípulos que deseamos ser, priorizando siempre los principios y valores de Su Reino entendiendo que todo lo terrenal es temporal, pero que lo verdaderamente importante es lo eterno en Su Presencia. ¡Ayúdanos Señor!

Pr. Guillermo Hernández P.