Reflexión 22 de Noviembre 2020
«En su bondad, Dios los llamó a ustedes a que participen de su gloria eterna por medio de Cristo Jesús. Entonces, después de que hayan sufrido un poco de tiempo, él los restaurará, los sostendrá, los fortalecerá y los afirmará sobre un fundamento sólido» (1 Pedro 5. 10)
Hoy, el apóstol Pedro nos recuerda una hermosa realidad, es Dios quien siempre ha llevado la iniciativa para reencontrarse con el hombre y la mujer. Fue Él quien salió a nuestro encuentro, dice Pedro, para hacernos partícipes de su Gloria a través de Cristo. Así lo recuerda también el apóstol Juan: «Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero«(1 Juan 4. 19)
Así es hermanos y hermanas, Él nos amó primero y trajo a nuestra vida la esperanza de una “nueva vida” a través del Evangelio de Cristo. Por eso, Pedro señala la necesidad de soportar con paciencia cualquier aflicción que pudiésemos tener porque, en poco tiempo más, seremos restaurados, sostenidos, fortalecidos y afirmados, para participar por medio de Cristo en la “gloria eterna de Dios”.
¡Qué maravilloso amor ha manifestado Dios por nosotros! Por eso nuestra adoración y gratitud deben ser siempre a Él, porque se nos reveló generando una esperanza que nos permite soportar la aflicción y el dolor, las vivencias humanas más complejas y difíciles por cuanto desafían intensamente nuestra paciencia y fe.
Ésta fue la experiencia de la Iglesia primitiva ante la persecución, y por eso el libro de Hebreos lo reflejó así tomando como ejemplo a Jesucristo: «Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios» (Hebreos 12. 2).
¡Jesús soportó su calvario por cuanto puso sus ojos «en el gozo que le esperaba» y el triunfo en la cruz, que se consolidó con su resurrección, lo llevó a disfrutar de la Gloria!; y la esperanza fue esencial por cuanto ella lo mantuvo y lo fortaleció; es decir, aquello que “esperaba” y que era nada más y nada menos que el gozo de ser fiel al mandato de su Padre, se nutrió de la fe en las promesas de Él para soportar y no claudicar.
Hermanos y hermanas queridos, es un llamado a la gratitud, pero también a la perseverancia, a la fidelidad, porque todo lo que estamos viviendo es temporal y pasajero pues vamos hacia la Gloria, a la presencia de nuestro amado Señor.
Cómo lo expresó el autor del libro a los Hebreos, «Mantengamos firme la esperanza que profesamos, porque fiel es el que hizo la promesa» (Hebreos 10. 23); no lo dudemos ni por un instante. ¡Ayúdanos Señor!
Pr. Guillermo Hernández P.